miércoles, 9 de abril de 2008

De un amante infiel



Se acabo la noche, y aunque han pasado tantas horas, no termina nada, la obscuridad sigue ahí, la luna no pretende siquiera moverse y el tiempo… mi tiempo se ha detenido. El medio día quedo atrás, el cólera que ensucia cada rincón, comienza a desvanecerse, colarse entre las nubes, para desaparecer con ellas, para no volver jamás…

Quisiera llorar, tengo tantas ganas, ganas que a su vez se convierten en un nudo en la garganta, una cadena de espinas ó una playera de fuerza, que oprime mi pecho, para no dejarlo respirar, intentar seguir…
Cuantas ganas tengo que todo termine, más no mi vida, no podría, no estoy preparado, y creo que nunca lo estaré…

Hace ratos que no pienso, sólo intento buscar eso, encontrar aquello, pero no sé dónde, cómo, ni cuándo.

He tenido tiempo para no hacer nada, para hacer todo…
La soledad, la soledad me volvió a visitar, como tantas veces, cual amante por las noches y antes de soñar.

El corazón, este, ya no pretende callarse, quisiera reventar y entre tanto gritar ¡te amo! pero no estás, desde hace días no te veo, y es entonces cuando basta reventar esos ¡te amo! en pálidas nadas…

Esta esencia por nacimiento es mala, mala… sin remordimientos, traviesa y sin vergüenza…

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